Como ocurre con otros muchos días conmemorativos, fijados por la ONU y otros organismos oficiales, el Día Internacional dela Mujer también se desdibuja ante la apariencia de un país democrático y europeo, como es España, en el que la igualdad de género está mayoritariamente aceptada por la sociedad y como tal sancionada por la legislación vigente.
Efectivamente, las mujeres y los hombres que reconocen la secular subalternidad de ellas ante ellos establecida por esa organización social llamada patriarcado y que se asienta en las raíces familiares y sociales de la humanidad desde hace miles de años, ya no salen a la calle para reclamar el derecho de las mujeres a su igualdad con los hombres, pues tal igualdad está contemplada en las leyes.
Sin embargo, esa igualdad legal de derechos de mujeres y hombres se sitúa por delante de la realidad de la sociedad en que vivimos, tal como muestra la sesentena de mujeres que mueren a manos de sus compañeros porque estos consideran que “sus” mujeres son de ellos o de nadie, ni siquiera de ellas mismas, y por eso matan cuando surge el conflicto y ellas muestran alguna independencia respecto a los deseos y órdenes de “sus” señores. Estas muertes son sólo la punta de un iceberg llamado desigualdad que aunque se esconde detrás de un mar de declaraciones políticamente correctas a favor de la igualdad, sin embargo, constituye un conjunto enorme de obstáculos para esa igualdad que las leyes proclaman.
La mirada masculina del mundo
Uno de los más sutiles pero más arraigados es la mirada masculina del mundo, porque pertenece a lo menos tangible, a lo cultural, a lo esencial de la psicología de las personas. Tal mirada significa que las cosas se estructuran de acuerdo a los valores más fundamentales de lo que significa ser hombre en nuestra sociedad, como son la presencia en el ámbito público y el poder, rasgos tradicionalmente masculinos. Esto quiere decir, hoy en día, cuando la mujer se ha incorporado al mundo laboral, que ella no puede dejar completamente lo que tradicionalmente ha sido su ámbito: el mundo íntimo del hogar y la familia, incluida la crianza de los hijos. Por eso, todavía son millones las mujeres que tienen doble jornada laboral, la de su empleo por cuenta ajena y la de la “gobernanza” de la casa y la familia. Y esta cuestión se ve subrayada por el hecho de que en España ya son muchos los esposos y compañeros que les prestan una gran ayuda, y así lo expresan cada vez que un reportero hace una encuesta de urgencia a pie de calle, y ya van cuidando a los niños, etc.